Las características fundamentales de
los textos folclóricos son:
·
Son textos que no tienen autor, lo cual no quiere decir que
sean anónimos (tienen autor aunque es desconocido).
·
El origen es desconocido, no ha versión original, hay
múltiples versiones.
·
Estos textos se trasmiten de forma oral, horizontalmente
(entre la misma generación) y verticalmente (de generación en generación).
·
Es literatura popular, no son textos infantiles, son
familiares.
·
En ellos se refleja la época por la que van pasando, los
sueños, los deseos, las ilusiones, la vida de la gente del pueblo; en
definitiva, la sabiduría popular.
·
Los textos folclóricos, en general, no tienen moraleja
explícita; más bien tienen multitud de enseñanzas.
Dentro de los
textos folclóricos se pueden distinguir tres géneros:
v Teatro
Las
obras folclóricas se trasmitían oralmente de padres a hijos, lo cual implicaba
que había que memorizarlas.
Los
temas eran fundamentalmente religiosos (la Pasión, La Navidad); pero, también
había obras con temas profanas (batallas entre moros y cristianos).
Un
ejemplo son los “Títeres de cachiporra”,
son marionetas, muñecos de guante de carácter tradicional, fáciles de elaborar.
El guion casi siempre es el mismo, el protagonista quiere conseguir algo, el
“malo” se lleva lo que quiere el protagonista. El protagonista utiliza la
cachiporra, no para hacerle daño, sino para hacer que le entren las ideas. Al
final, la astucia hace que termine felizmente la obra. Estos títeres invitan a
la participación y el diálogo con el público, esto hace que los niños disfruten
de la historia, las aventuras, la torpeza, las mentiras, los porrazos.
v Poesía
La
poesía folclórica, tanto para niños como para adultos, ha estado unida a la
música y al movimiento del cuerpo. Se repite lo mismo muchas veces.
La
poesía folclórica que cantaban los niños no era muy apropiada para ellos.
v Narrativa
Los
cuentos folclóricos han sido los más estudiados y analizados y de los que más
ejemplares hay. Es desde finales del siglo XIX y principios del XX cuando se
empezaron a analizar.
Literatura Folclórica. Clasificación de
los cuentos
Vladímir
Propp
(1895-1970), fue un folclorista ruso que se dedicó a analizar los componentes
básicos de los cuentos populares rusos para identificar sus elementos
narrativos más simples. Pertenecía a la corriente del estructuralismo y para
sus estudios, recorrió Rusia e iba por
los pueblos para que la gente le contara los cuentos que conocían. La teoría de
Propp se basa en un análisis estructural de la morfología de los cuentos, en
este análisis se dio cuenta que, prácticamente todos los cuentos, tenían una
estructura narrativa similar. Los personajes, solían desarrollar acciones muy
parecidas, que Propp denominó “funciones” y clasificó los cuentos en cuatro
grupos:
1. Mitos. Propp incluye en esta categoría los textos que tienen como
protagonista a dioses o a héroes. Dentro de los mitos están: - las Hagiográficas, historia de la vida de santos; y - los Apólogos, narraciones cuyo propósito
es instruir sobre algún principio ético o moral con una moraleja y a diferencia
de la fábula no está protagonizada por
animales.
Ejemplo
de mito puede ser la historia de Cupido y Psique.
2. Cuentos de animales. La característica principal es que los
protagonistas son animales. Propp propone una subdivisión:
o
Fábulas, son
narraciones cortas y moralizantes que terminan con una moraleja. Los animales
representan los vicios y virtudes de los humanos, no a los seres humanos. La
mayoría de las fábulas son textos paraliterarios, no están creadas para niños
de infantil. No hay que moralizar al niño, solo tiene q disfrutar de la
lectura.
o
Cuentos de
animales
propiamente dichos, historias en las que los animales representan a personas. Son cuentos animistas
(se les atribuye vida a cosas que no tienen) y aunque presentan enseñanzas que
se pueden aplicar en la vida real, no es en forma de moraleja.
3. Cuentos de hadas, son cuentos con algún personaje mágico
como hadas, ogros, duendes, gigantes, etc. Por ejemplo el cuento de
“Pulgarcito” recopilado por Charles Perrault.
4. Cuentos de fórmula. Propp incluye en este grupo una serie
de cuentos que tienen como característica común que una parte del cuento hay
que aprendérsela de memoria. Interesa más el efecto causado en el niño que el
contenido.
Está formado por:
Cuentos circulares a los que se
les va añadiendo personajes pero siempre es la misma fórmula. Constituyen un
ejercicio de memoria. Por ejemplo: La ratita presumida, van apareciendo
distintos personajes y se repite la misma frase “ratita, ratita, quieres corte conmigo…”.
Cuentos mínimos: son muy
cortos, en una frase se enuncia el personaje, la acción y en la siguiente la
conclusión. Estos cuentos se pueden utilizar para hacer reír a los niños y para
que ellos inventen. Por ejemplo: Un ratoncito
iba por el campo, y este cuentecito ya se ha acabado.
También hay que
destacar dentro de la literatura infantil del siglo XX a:
Gianni
Rodari (1920-1980),
escritor, maestro, pedagogo y periodista italiano, famoso por su fantasía
y por su originalidad. Gianni Rodari hizo una importante contribución a la
tarea de renovar la literatura infantil mediante cuentos, canciones y poemas.
No se limitaba a inventar y escribir relatos que entretuvieran a su público,
sino que lo invitaba a meterse en la historia. Su filosofía está cercana a
quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la
educación; a quien tiene confianza en la creatividad infantil. Clasifica los cuentos en: cuentos de
animales, cuentos mágicos y bromas y anécdotas.
Sara
C. Bryan,
primera cuentacuentos conocida en la historia de la pedagogía. En su libro “El
arte de contar cuentos” aporta claves y consejos sobre cómo había que contar
las cuentos a los niños. También hace una clasificación de cuentos según la
edad del público.
Vamos a empezar a finales del siglo
XVII y principios del XVIII porque es de cuando se tiene más información. En
concreto vamos a hablar de los tres recopiladores, algunos también adaptadores,
de cuentos folclóricos: Charles Perrault, los Hermanos Grimm y Hans Christian
Andersen. Hay que tener en cuenta que ninguno de ellos eran autores de
literatura infantil.
Charles
Perrault,
era un cortesano en la lujosa corte del Rey Luis XIV en la Francia del siglo
XVIII. El Rey Sol, como también era conocido Luis XIV, para entretenerse pedía
que le contarán cuentos.
Charles Perrault, aprovecho el interés
del Rey Sol por estas narraciones, para moralizar a la corte con las historias
de cuentos.
Empezó a buscar historias, le llamaban
la atención las folclóricas, las del pueblo porque éstas no llegaban a la
corte. Perrault las adaptaba con la intención de que tuvieran una función moralizante, incluso llegó a incluir
moralejas al final de las historias.
Perrault puso las bases de un nuevo
género que haría historia, la de los "Cuentos de Hadas".
Por tanto Perrault fue recopilador y
adaptador porque cambia la historia con la intención de moralizar a la corte de
Luis XIV.
En el siglo XVIII, Perrault publicó un
libro de cuentos “Cuentos de mamá Oca”, libro en el que se incluían relatos tan
conocidos como Barba Azul, La Cenicienta, La Bella durmiente del
bosque, Caperucita roja, El gato con botas, etc. que recuperó de la
tradición oral.
Por ejemplo en el caso de Caperucita
Roja la intención moralizante es prevenir a las jovencitas de la corte para que
no se dejen engañar por los “lobos” que eran más listos que ellas.
Los
Hermanos Grimm es el nombre usado para referirse a dos hermanos alemanes
conocidos sobre todo por sus cuentos para niños.
Los Hermanos Grimm recibieron de una
editorial una solicitud para hacer una recopilación de los cuentos folclóricos
típicos alemanes para que no se perdieran, con una función nacionalista.
Recopilaron muchos cuentos pero no todos eran alemanes, parte de ellos habían
sido recopilados con anterioridad por Perrault en Francia.
Se publicaron dos ediciones en 1812 y
1822. Los libros se hicieron muy famosos, se leían por un público muy variado y
empezaron a llegar a la editorial quejas sobre los cuentos porque en ellos
aparecían situaciones desagradables como muertes o violaciones. Entonces, la editorial pidió a los hermanos
Grimm que hicieran una adaptación, eliminado estas escenas. Ellos se defendían
de las críticas argumentando que sus cuentos no estaban dirigidos para niños.
Pero, al final accedieron y se publicó una tercera edición suavizando aquellas
escenas que habían recibido críticas.
Por ejemplo, la madre de Hansel y
Gretel pasó a ser una madrastra, porque el hecho de abandonar a los niños en el
bosque no coincidía con la imagen tradicional de la madre de la época.
En el caso de Caperucita Roja, la
versión de Charles Perrault termina cuando el lobo devora a Caperucita. La
versión de los Hermanos Grimm continua, el cazador saca a Caperucita y a la
abuelita del vientre del lobo, todos se sintieron felices y Caperucita siempre
recordará que nunca debe abandonar el sendero, cosa que su madre la había
prohibido hacer.
Por tanto, los hermanos Grimm, no son autores, son recopiladores y en la tercera edición adaptadores.
En España hubo nacionalismos, pero no
recopiladores tan importantes como los hermanos Grimm.
En la primera mitad del siglo XIX, Cecilia Böhl de Faber recopiló algunos
cuentos y los publicó como “Cuentos Folclóricos Infantiles”. En esa época, en
España no era muy común que las mujeres escribieran libros que no fueran poesía
y empezó a escribir libros con el seudónimo de Fernán Caballero. Publicó textos
en periódicos y revistas.
En la segunda mitad del siglo XIX,
predomina el Realismo, empieza a
interesar temas de la sociedad, en especial, los de la gente más desfavorecida.
En este contexto, aparece en Alemania Hans
Christian Andersen (1805-1875), el cual quería ser autor teatral pero vivió
de sus cuentos breves Andersen tiene dos tipos de cuentos: - Cuentos folclóricos adaptados por él a su gusto, como “La reina
de las nieves” o la “La sirenita”; y -
Cuentos realistas, escritos por él, son cuentos de autor y reflejan la sociedad
de la época.
El cuento más conocido es “La pequeña vendedora de fósforos” que
dedicó a su madre por la extrema pobreza.
“El
patito feo” es una autobiografía. Él venía de una familia pobre y
escribiendo libros se hizo famoso, como el patito feo que al crecer fue el
cisne más bonito. Andersen no llevo una vida muy agradable, no triunfaba en lo
que él quería, se sentía excluido, en sus relaciones no era correspondido,
estaba muy depresivo y esto se reflejaba en sus libros. Este cuento puede ser
utilizado para hacer que los niños no se sientan avergonzados por sus
diferencias, porque esas diferencias pueden resultar beneficiosas en un futuro.
Por tanto, Andersen fue recopilador,
adaptador y autor y de los pocos que, en vida,
recibió muchos reconocimientos.
Por último, hay que destacar que ni
Perrault, ni los Hermanos Grimm, ni Andersen adaptaron libros para niños.
Realizó dos importantes novedades en el
mundo editorial: publicó grandes tiradas de libros y cuentos muy baratos e
ilustro todos ellos con dibujos de los mejores artistas, con lo que logró unos
cuentos atractivos y al alcance de los bolsillos más pobres, acostumbrando a
leer a varias generaciones de niños. Alguno de los cuentos fueron compuestos
por Calleja, la mayoría de escritores anónimos. Gracias a Calleja, los niños
españoles conocieron a Hans Christian Andersen, a los hermanos Grimm.
De invención suya es el final de muchos
cuentos: "...y fueron felices y
comieron perdices, y a mí no me dieron porque no quisieron."
El
padre Coloma
publicó cuentos infantiles sacados del folclore español con función
moralizante, pero sustituyó los personajes paganos por personajes religiosos.
Introduce personajes como la Virgen, el demonio y el infierno, las calderas de
Pedro Botero. A finales del siglo XIX le pidieron al padre Coloma desde la
corte que escribiera un cuento cuando Alfonso XIII, que entonces tenía 8 años,
se le cayó un diente. Al jesuita se le ocurrió la historia del Ratoncito Pérez y desde entonces, este
personaje se hizo popular entre los niños españoles.
En los cuentos de pueden distinguir
tres elementos fundamentales:
La mayor parte de los cuentos
folclóricos irían dirigidos a los adolescentes porque tienen que madurar y
buscarse un nuevo núcleo familiar.
En los cuentos además del protagonista,
nos encontramos con dos roles: el “oponente”
que es el que interfiere negativamente (son los escollos que tienes que superar
hasta que llegar a la vida adulta) y el “ayudante” es el personaje, situación, objeto que
facilita la acción del sujeto. En el caso del cuento de Caperucita Roja:
Caperucita sería el sujeto, el lobo seria el oponente y el leñador el ayudante.
Hay un tercer elemento que aparece en
los cuentos según Propp, son los “dones”:
son elementos que sirven de ayuda al
protagonista. Hay dones materiales y también inmateriales y pueden ser
positivos y negativos. Por ejemplo: la lámpara de Aladino, las piedras de
Pulgarcito.
Reflexión.
En este bloque hemos tratado la literatura folclórica. De este tema, por supuesto conocía los títulos de muchos de los cuentos de los que hemos hablado, los cuentos de toda la vida como Caperucita Roja, La Bella Durmiente,…las fábulas como “la liebre y la tortuga”… También conocía a los autores de los cuentos, los Hermanos Grimm, Andersen,…pero sólo su nombre; ahora ya conozco un poco más de ellos. Por lo tanto con este bloque he aprendido muchas cosas.
Lo primero es resaltar el valor de los
cuentos como parte de la cultura tradicional y popular. Los cuentos
que se han trasmitido oralmente durante siglos de generación en generación
a través de padres a hijos. Los cuentos, por tanto, es un patrimonio que es
importante preservar para generaciones futuras, forman parte de la historia, de
la tradición y de la literatura.
Una de las cosas que más me ha llamado
la atención es que los cuentos folclóricos no son cuentos infantiles. Siempre
relacionamos cuentos con historias para niños, pero es cierto que muchos de los
cuentos ya sea por su historia, por determinadas situaciones, etc. no son para
niños.
También he aprendido que hablar de
literatura folclórica es hablar de adaptación. La gran mayoría de los cuentos
tradicionales están adaptados para los niños. Hoy en día, por suerte, sí que
hay literatura infantil de autor y por tanto no es necesario recurrir a los
cuentos tradicionales. Pero si recurrimos a un cuento folclórico, lo que hay
que hacer es adaptarlo, convertirlo en un cuento infantil para presentárselo a
los niños.
Para hacer una adaptación de un cuento
folclórico hay que respetar la estructura (viaje iniciático), los roles de los
oponentes y los ayudantes, el tipo de “dones” que recibe el protagonista y
eliminar o cambiar aquello que no entiendan los niños.
Lo primero que hay que tener en cuenta
para que una adaptación sea buena, es que no se debe partir de otra adaptación,
porque si no, al final, lo más probable es que no se parezca al original. Hay
que buscar libros para adultos y a partir de ellas hacer la adaptación. Además
debe haber un prólogo explicativo de los criterios que se han seguido en la
adaptación (el objetivo que se persigue, para que edades, etc.)
En el aula donde realice mis prácticas,
la biblioteca del aula había fundamentalmente libros de autor y durante las semanas
que estuve en el colegio, solamente un día mi tutora saco unos libros de
adivinanzas para leer a los niños.
Los niños se sabían alguna poesía de
memoria relacionada con las estaciones del año, las cuales las repetían casi
todos los días.
Aplicando estos contenidos para mi
futuro profesional, intentaré que los niños conozcan los tres géneros
folclóricos. Lo primero que tendré en cuenta es que los textos folclóricos no
son para niños y mi primera labor será la de adaptación. Para el teatro
utilizaré marionetas imitando a los títeres de Cachiporra, para la poesía
elegiré poemas cortos y con un tema cercano para los niños. Por último para la
narrativa, tomaré como base una buena versión del cuento (recopilación de
grandes adaptadores) para contárselo a los niños.
En la actualidad se dispone de una gran colección de cuentos:
“Cuentos de Hoffman” de editorial
Anaya, donde se recogen cuentos de este autor, llenos de fantasía que incorporan además otros
elementos, como lo siniestro y lo misterioso.
“El libro de los 101 cuentos” de
editorial Anaya es una recopilación de los cuentos más conocidos de la tradición Europea.
“Cuentos al amor de la lumbre” de
Antonio Rodríguez Almodóvar publicado por Alianza editorial. Es una
recopilación de cuentos populares españoles agrupados por motivos. Agrupados
por materias en los siguientes grupos: Cuentos maravillosos, Cuentos de
costumbres y Cuentos de animales.
“La memoria de los cuentos” es
una publicación editada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales que pretende recuperar los cuentos más
olvidados y preservar otros que puedan perderse en el futuro.
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